Ella

Hoy les quiero hablar sobre ella, la mujer que fue risa y que fue vida, la mujer que fue amor. 

No es mucho lo que puedo decir de ella, realmente es un ente etéreo que tuvo un paso muy corto por mi vida, pero siempre será la mujer que me dio el regalo más preciado. 

Ella, tiene el sustantivo común más dulce que alguien haya podido darle, y el que hasta hace poco tiempo fui capaz de usar, ella es mamá. es mi mamá.



Y quiero contarles de ella, 

Mi mamá nació en Ubaque, no estoy segura, pero sé que de allá es oriunda, en un pueblo ubicado entre 3 cerros, El Guayacundo, el Quinto (Güinto) y el San Pedro. Allá se crió y de allá se fue. 

No es mucho lo que sepa sobre ella, tengo pequeñas historias que me han contado para demostrar su paso por este mundo. 

Sé que nació en Febrero, que era profesora y que tenía dos hijas. Me inventé que le gustaba la música y hay canciones que escucho y me conectan con ella. Entonces en el fondo siento que es su forma de comunicarse conmigo. Cuando era pequeña me gustaba pensar que se sentaba en mi cama los días de mi cumpleaños y puedo jurar que aún siento que su presencia me acompaña. No soy creyente, pero les juro que a veces siento que es el ángel que me salva siempre. 

Una vez mi Padrino Gonzalo contó que alguna vez fue a visitar a la abuela, estaban Gilma y ella en casa, como costumbre del pueblo, las visitas deben ser atendidas y como cultura colombiana, siempre se debe dar comida. La abuela llamó a mi mamá, quien de mala gana preparó huevos, chocolate y pan. Ríe Gonzalo cuando cuenta esta anécdota porque afirma, que por la pereza de lavar los trastes, mi mamá le sirvió todo en un sólo plato. 

Mi hermana alguna vez me contó uno de los recuerdos que tiene de ella, un comercial de Shampoo Jhonsons en el que un niño nadaba en una tina, mi hermana tenía 4 quizás menos años, y le rogó a mi mamá para poder tener nadar como él, situación imposible en un baño de la ciudad de Bogotá. Pero aún así, forró el baño de bolsas de basura y le cumplió el deseo a su hija. 
También me cuenta que el día de su muerte, estuvimos en la misa y que ella cada vez que escuchaba toser a una mujer, preguntaba por su mamá.

Mi tía Gilma me entregó -el día de la velación de la abuela- una bolsita con pendientes, ese día me regaló el arete preferido de mi mamá, lo había guardado para mí. Me contó que estaban en una calle de Bogotá, cuando un ladrón le rapó el otro, afirma que no la lastimó pero que a mi mamá le gustaban tantos esos aretes, que guardó el compañero. Ese que guardo como el objeto más preciado, ese que me demuestra que mi mamá vivió.

Se crió en una finca, como a 15 minutos de Ubaque, en una casa vieja y con pocas habitaciones. La casa se divide en dos, la primera parte, cocina, y una habitación, la segunda parte, dividida por un lavadero, tenía dos habitaciones y un baño. Y allí, en la última habitación vivió ella. 

Mi mamá fue profesora, estudió para serlo y se dedicó a esto. Sé que trabajó en Rionegro, también en Chía y no sé en que más partes, siempre fue profesora rural. Esta es una foto de Marina y sus niños


¿la recordarán? ¡podrán decirme algo de la profesora Marina? En la biblioteca esta eso que le pertenece, un libro viejo que tiene su firma. 

De pequeña tuve un sueño recurrente, soñaba con una señora que me tapaba en una noche oscura y me daba un beso en la frente antes de dormir. Años después entendí que ella, ella era Marina y mi memoria me regaló el único recuerdo que tengo de ella. 

Esto es lo poco que sé que ella y que me repito cada vez que siento que la estoy olvidando. Quisiera saber más cosas, quisiera saber cual era mi apodo de pequeña o como se sintió cuando se enteró que yo venía en camino. Quisiera saber como era su diario vivir, como era su voz, su olor. 

El día del cumpleaños de la abuela, volví a escuchar el nombre de Marina, conocí a quienes le arrendaron la última casa en la que vivió y finalmente entendí que tengo un aire a ella. Gilma dice que tengo el mismo humor bobito que ella, también dice que mi mamá era una mujer dulce que siempre apoyaba a los otros, que siempre daba más de lo que debía. 

Querido lector, disculpe la mala redacción, pero la tenía atorada en el pecho. 

Mamá, sé que nunca leerás esto pero quiero que sepas que te quiero. 

Un abrazo que llegue hasta la eternidad, 

LiTa

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