EL FORTUNIO DEL INFORTUNIO

Corres, corres y quedas sin aire. Recuerdas que debes seguir corriendo mientras tu ser se desdibuja entre esta carrera contra el tiempo. Corres por tu vida, por tus sueños, por quien eres y quien serás, mientras corres, frases absurdas llegan a tu mente, “Acaba de llegar mi esposo, ¡hablamos luego!”. Paras de correr y miras a tu alrededor. Te preguntas ¿cuál esposo?. Respiras, la falta de aire te está afectando, vuelves a respirar y piensas en tu vida, te permites 5 minutos de retrospectiva antes de comenzar a huir de nuevo.

¿Recuerdas aquella vez en la que estabas sentada mirando al cielo mientras tu mamá te contaba anécdotas?. Cierras los ojos y tocas tu cabeza, sabes lo que te espera, la vuelves a tocar, buscas la cicatriz, sientes miedo, dolor, los nervios vuelven, “Hijueputa” es lo único que logras decir, luego silencio. A tu mente llegan recuerdos y recuerdos y muchos más recuerdos. ¡Maldita sea! ¿no pararán nunca? –afirmas-

Otro recuerdo salvaje aparece y llega a ti, te toca suavemente, lo inhalas y puedes escuchar aquella frase que te enamoro “ayer te vi y no me saludaste ¿quieres salir y caminar un rato?”. Tu hiciste lo que nadie debe hacer con un extraño: “Salir a caminar con él por el romántico centro de Bogotá, no debe hacerse porque existen dos posibilidades: Que el extraño decida asesinarte y arrancar tu corazón de tu pecho usando un cuchillo o, peor aún, que acabes enamorado del extraño.”

Por suerte paso lo segundo -  pensaste –

Vuelves a retomar tus pasos, se desdibuja su mirada, su sonrisa llega al olvido, gana el dolor, la rabia, el rencor. “Lo golpearía hasta saciar mi rabia” –afirmas mientras destilas veneno, no puedes parar.

¿Pero que pasa pequeña, no te has cansado, no quieres parar? – te pregunto.

Buscas en lo más profundo de tu ser, sabes que debes correr de nuevo, sabes que los minutos están contados, recuerdas tu infancia, no todo es malo, no todo es dolor, sonríes, respiras, eres feliz, deseas volver a la niñez. ¡Ah, la niñez! – suspiras –

¿Recuerdas a tu hermano escuchando soda stereo o a tu otro hermano mostrándote vídeos de Pink Floyd?. Piensas en ello y eres feliz, quieres quedarte ahí, luego te encuentran, llegan los gritos, los reclamos y finalmente, las lágrimas.

¿Dónde estoy? – preguntas –

Tocas tu cabeza y mágicamente te das cuenta de todo, ya sabes porqué huiste, no quieres estar ahí, te golpea la desesperación. ¡Respira! – te dicen –

“vernos siempre sonreír” – piensas – ¿Cómo es posible vernos sonreír, si ya no estás? – preguntas –

Cierras los ojos y dejas de pensar.

“Hermoso trasero el que portas, nena” – te ríes –

Parece una frase sacada de 50 sombras de grey ¿por qué los hombres serán tan guarros? – preguntas - miras a tu alrededor antes de reír de nuevo.

Ja, mi mamá odia que diga esa palabra, pero no está aquí para decir algo – afirmas – miras a tu alrededor y no hay nadie, estás completamente sola.

¿Dónde estoy? – preguntas

A tu lado vez la maquina que señala los latidos de tu corazón, sientes un dolor en las venas, ves las agujas clavadas en tu mano derecha, miras la izquierda y se encuentra vendada, tocas tu cabeza, más vendas. Piensa pequeña. ¿Qué es lo que ha sucedido?, ¿Recuerdas la situación en la cocina, la ensalada, el tenedor clavándose en tu mano izquierda, el dolor, y luego, la nada?, sí, la frase: “vernos siempre sonreír” también estuvo allí.

Te estás desesperando pequeño títere del destino. ¿será eso un ataque de pánico?, las vías de tu garganta se cierran lentamente, las lágrimas se agolpan en tus ojos, ¡estás perdiendo el control!

¿”Princesa, todo bien”?, - pregunta la enfermera cuando ingresa en la habitación -. Toda esa melancolía se vuelve furia, miras con odio y yo río, tu desgracia me hace reír. Creo que esta vez no será, “mi reina”, nos vemos dentro de unos años, creo que te dejaré vivir un poco más de lo que has vivido. Deja que el infortunio se vuelva fortuna y sueña, pero no sueñes con tu siglo completo, porque lo veo improbable.




Comentarios

Entradas populares de este blog

Diego Marroquín

Kaiser

Ella