Mañanas
Escribo porque no puedo llorar, escribo como forma de sacar todo lo que cargo en el corazón, escribo como tabla de salvación, como forma de solucionar las dudas, escribo y a su vez quiero dejar de escribir.
Hay mañanas como las de hoy en las que el cielo amanece nublado al igual que mi cabeza y un pensamiento se atraviesa por ella como flecha a todo dar "quisiera ser más normal, menos compleja y tener una constante que no incluya joderme la vida con cada pensamiento que pasa por mi cabeza". Hay mañanas como las de hoy en las que miro al cielo y deseo un cambio. El cielo me responde (realmente es mi conciencia) que ese cambio ya se dio, que deje de pedir por algo que ya pasó, que deje de envidearme con cosas que no son y que siga adelante.
¡Estoy siguiendo adelante! ¿no? Cierro los ojos, cierro los ojos y siento como las lágrimas se deslizan por las cuencas de mis ojos, quisiera tener algún poder para poder detenerlas, para poder borrarlas de mi rostro, quisiera no ser este ser llorón y derrotista que soy; quisiera poder volver a ser esa persona del sí constante, del "tenemos un proyecto", del "si se puede hacer", pero cuando cierro los ojos, recuerdo todas las heridas que me hicieron volverme más cautelosa, que me llenaron de miedos y al verlas, al sentir su dolor punzante cuando paso el dedo y sus ganas de volver a sangrar, me detengo. Esto es lo que soy ahora, no puedo cambiar, o quizá no quiero.
Últimamente ando soñando mucho, ando soñando con una muchacha que sé que me va a joder la existencia. Creo que si la encuentro por la calle, seré capaz de reconocerla, a veces creo que hace parte de las fantasías más macabras de mi ser, ese que espera que lo dañe todo y me agazape en la ducha a llorar, pero no quiero volver a esa etapa de mi vida, realmente le tengo miedo, tengo miedo a dejar ser por otro, a perderme en los vericuetos del corazón y no volverme a encontrar.
Es curioso llegar a este punto de la historia y releerme, es curioso pensar en que no quiero escribirle más, en que me cansé de siempre dar y encontrar que soy solo yo la que doy; a su vez es curioso saber que va a llegar el día de mañana y voy a olvidar que el cielo estaba oscuro y mi cabeza tenía más palabras de las que podía entender, que se me olvidan las promesas que hago cuando tengo días así y que llegará la mañana en la que como siempre, tire la toalla y deje así.
Hay mañanas como las de hoy en las que el cielo amanece nublado al igual que mi cabeza y un pensamiento se atraviesa por ella como flecha a todo dar "quisiera ser más normal, menos compleja y tener una constante que no incluya joderme la vida con cada pensamiento que pasa por mi cabeza". Hay mañanas como las de hoy en las que miro al cielo y deseo un cambio. El cielo me responde (realmente es mi conciencia) que ese cambio ya se dio, que deje de pedir por algo que ya pasó, que deje de envidearme con cosas que no son y que siga adelante.
¡Estoy siguiendo adelante! ¿no? Cierro los ojos, cierro los ojos y siento como las lágrimas se deslizan por las cuencas de mis ojos, quisiera tener algún poder para poder detenerlas, para poder borrarlas de mi rostro, quisiera no ser este ser llorón y derrotista que soy; quisiera poder volver a ser esa persona del sí constante, del "tenemos un proyecto", del "si se puede hacer", pero cuando cierro los ojos, recuerdo todas las heridas que me hicieron volverme más cautelosa, que me llenaron de miedos y al verlas, al sentir su dolor punzante cuando paso el dedo y sus ganas de volver a sangrar, me detengo. Esto es lo que soy ahora, no puedo cambiar, o quizá no quiero.
Últimamente ando soñando mucho, ando soñando con una muchacha que sé que me va a joder la existencia. Creo que si la encuentro por la calle, seré capaz de reconocerla, a veces creo que hace parte de las fantasías más macabras de mi ser, ese que espera que lo dañe todo y me agazape en la ducha a llorar, pero no quiero volver a esa etapa de mi vida, realmente le tengo miedo, tengo miedo a dejar ser por otro, a perderme en los vericuetos del corazón y no volverme a encontrar.
Es curioso llegar a este punto de la historia y releerme, es curioso pensar en que no quiero escribirle más, en que me cansé de siempre dar y encontrar que soy solo yo la que doy; a su vez es curioso saber que va a llegar el día de mañana y voy a olvidar que el cielo estaba oscuro y mi cabeza tenía más palabras de las que podía entender, que se me olvidan las promesas que hago cuando tengo días así y que llegará la mañana en la que como siempre, tire la toalla y deje así.
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