La llamada: Coaching ontológico

Son las 8:25 de la mañana, el teléfono suena. ¿quién llama un lunes festivo a las 8:25 am?, decide contestar.

- Alo?
- Alo, Tatiana? - preguntan del otro extremo -
- Sí, con ella - contesto -
- Tatiana, habla con el hermano Camilo Alarcón, ¿Cómo está?
- Ah, hermano, muy bien, gracias, sumercé, ¿qué tal?
- Bien Tatiana, ¿estaba durmiendo? -preguntó-
- No hermano, ya estoy despierta hace rato. Cuénteme, ¿qué necesita?
- Claro, mujer tan activa ya debió haber salido a trotar, al gimnasio. -Se ríe- Tatianita, necesito un favor, quisiera tener una conversación con usted, un coaching ontológico. ¿puede asistir al colegio a las 11 am?
- Sí, claro hermano, allá nos vemos. -respondió-

El teléfono se cerró y la ansiedad atacó, su cerebro dio 10.000 vueltas y siguió sin poder entender qué carajos era un coaching ontológico. Como es fácil de entender, cuando se deja controlar de la ansiedad, sus manos se ponen frías, su respiración se entrecorta y su cerebro se nubla. Le es muy fácil perder la conciencia cuando entra en estos estados de alteración, pero le es muy difícil llegar hasta ese punto. Hoy casi que fue el día.

Son las 11 de la mañana y el hermano no ha llegado al colegio. Ugh, toca esperar. "Mi deber es respirar y calmarme" -se repite a si misma-. El vigilante se le acerca e intenta comenzar una charla trivial, menos de dos minutos y se alejó a seguir en lo suyo. Se escuchó una voz, respiró hondo, llegó la hora de la verdad.

Todas estas charlas inician igual, te piden que controles tu respiración y te hagas consciente de tus movimientos, que te sientes de la mejor manera, que te tranquilices. "no es terapia, no es psicología" fue lo último que dijo.

- Ahora, cuénteme, ¿hay algo que le moleste últimamente?

En su cabeza pasaron mil cosas de las cuales quejarse (quejarse es su especialidad), pero era su jefe con quien hablaba, si tu puesto quieres conservar, no te debes quejar -pensó- guardó un minuto de silencio, hasta que finalmente pensó en una situación familiar que la tenía sin cuidado, e inició su narración.

Mi mamá murió cuando era pequeña, hace más de 25 años.  Una señora me recibió en su hogar, y a ella es a quién conozco como mamá, hace una semana dijo que no era su hija.

¿es eso lo que le incomoda?

la historia siguió, existieron pequeños detalles, preguntas venían y luego, una decisión por tomar. No sé como de un tema, sacó 3, pero era importante tomar una decisión, una de las tres alternativas era algo que venía repitiendo hace mucho tiempo. ¿vale la pena ahondar en ese tema? ¡claro que sí, muchacha! - respondió una de las tantas conciencias-

Hace mucho tiempo, su servidora viene repitiendo, que es una mala persona, una "chanda", dice una y otra vez, lentamente se ha ido creyendo el cuento. Hoy decidió decirselo a alguien más, ¿fue un error? Sólo el tiempo le dará respuesta.

La conversación siguió, cada vez intentaba responder preguntas más y más difícil, era como buscar en el interior una respuesta que estaba tallada con un dolor muy grande. Decirla en voz alta, fue uno de esos momentos de quiebre, y ella no se quiebra fácil, tiene un auto-control impresionante. Ya no deja ver su lado triste, ya no baja la cabeza, ya no llora en público, lentamente ha aprendido a esconder todos esos actos reflejos, pero hoy, todas sus barreras se fueron al suelo, hoy sintió que su niña pequeña, que tiene heridas en todos lados, le recordó lo mucho que cada una duele, le recordó que aún hay muchas que no cicatrizan.

Los dolores siguen ahí, uno a uno se agrupan, juegan entre ellos, pero hace rato no salían de su caverna, hoy salió uno de ellos e hizo demasiados estragos, pero volvió más pequeño y con más calma.

Sigo sin entender qué pasó, quizá por eso estas letras no se entienden. Disculpe usted querido lector, pero por primera vez, esto sólo busca darme una respuesta, un momento de calma.


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